Las aguas subterráneas suponen la mayor parte de el agua que se encuentra en los continentes, su volumen es mayor al agua circulante y acumulado en la corteza terrestre en forma de lagos, lagunas.. pero es menor al de los mayores glaciares. De las aguas subterráneas se abastece la tercera parte de la población mundial, pero es de difícil gestión debido a que se contamina fácilmente y a la sobreexplotación. El agua subterránea es resultado de la percolación del agua precipitada sobre la litosfera, llega hasta el material rocoso y se acumula formando acumulaciones de agua denominadas acuíferos, estas suelen mantener un ángulo inclinado, lo que provoca acaben en ríos, lagos, y océanos.
Los acuíferos son, como hemos dicho anteriormente, acumulaciones de agua subterráneas en el manto rocoso, estas pueden ser porosas o fisurales. Los acuíferos porosos son aquellos cuya estructura se dispone en poros intercomunicados, una estructura parecida a la de una esponja. Este agua subterránea se dispondrá de forma homogénea.
Los acuíferos fisulares también presentan estructuras interconectadas, pero a diferencia de los acuíferos porosos, este agua se dispone de forma heterogénea.
Los acuíferos cercanos a mares y océanos tienen grandes probabilidades de sufrir contaminación salina, esto se produce cuando tras una sobreexplotación del acuífero, la presión atmosférica se reduce y el agua salada entra en el acuífero salinizandolo, contaminandolo, ya que lo deja inutilizable para el consumo. La tasa de renovación de un acuífero es muy tardía, por ello y por las dificultades que tiene cualquier procedimiento de reparación en este, si se da la situación, quedará inutilizable durante bastante tiempo.
El nivel freático hace referencia a la altura entre la superficie de la corteza terrestre y el nivel del agua del acuífero. Si el nivel freático coincide con el nivel del agua, el agua emergerá y formará un manantial.
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